La Tache 2010 Domaine Romanèe Conti

La Tâche Grand Cru 2010 – Domaine de la Romanée-Conti

La Máxima Expresión del Pinot Noir según DRC

Añada 2010: Precisión, Tensión y Profundidad
El 2010 es una de las cosechas más equilibradas y longevas de la Côte de Nuits. Un verano fresco y seco permitió una maduración lenta y completa. La Tâche 2010 refleja este equilibrio con intensidad etérea, taninos finos y una elegancia escultórica.

Viñedo y Filosofía
La Tâche es un Grand Cru monopole propiedad exclusiva del Domaine de la Romanée-Conti. Cultivado biodinámicamente, suelos de arcilla y caliza aportan estructura y mineralidad. Las bajas producciones se reducen aún más con una selección manual rigurosa.

Vinificación y Crianza
La fermentación se realiza en toneles de madera con levaduras autóctonas y parte de racimo entero. Después de la fermentación maloláctica, el vino envejece durante 18 meses en barricas nuevas de roble francés, sin clarificación ni filtración.

Notas de Cata

• Color: Rubí profundo y brillante

• Nariz: Frutas rojas maduras, pétalos de rosa, incienso, especias dulces, sotobosque y grafito

• Boca: Taninos sedosos, acidez vibrante y un final largo, mineral y elegante

Maridajes Recomendados

• Pichón asado con reducción de vino tinto

• Carrillera estofada con trufa negra

• Quesos blandos curados (Époisses, Brillat-Savarin)

• Ideal también para meditación en copa borgoñona amplia

Temperatura de Servicio
16–18°C, decantar al menos 2 horas antes

Potencial de Guarda
Excelente: 2025–2055+

📄 Ficha Técnica

• Productor: Domaine de la Romanée-Conti

• Añada: 2010

• Uva: 100% Pinot Noir

• Región: Vosne-Romanée, Côte de Nuits, Borgoña, Francia

• Agricultura: Biodinámica certificada

• Vendimia: Manual con selección estricta

• Fermentación: Levaduras autóctonas, parte con racimo entero

• Crianza: 18 meses en barricas nuevas de roble francés

• Filtrado: No

• Alcohol: aprox. 13,5%

• Producción: Limitada y numerada

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Domaine de la Romanée‑Conti

La esencia absoluta de Borgoña, cimentada en el rigor, la tierra y el tiempo

El Domaine de la Romanée‑Conti, conocido simplemente como DRC, es mucho más que un productor de vino: es un icono global y un símbolo de perfección enológica en el corazón de la Côte de Nuits, en Vosne‑Romanée. Su historia se remonta siglos atrás, y está ligada a la legendaria viña homónima —la Romanée‑Conti—ya venerada en el siglo XVIII y deseada por nobles y cardenales. Su forma moderna se consolidó en el siglo XX bajo las familias de Villaine y Leroy, que siguen compartiendo su gestión y visión. Todos sus viñedos son Grand Cru, situados en las parcelas más nobles de la Borgoña, desde La Tâche y Richebourg hasta Romanée‑Saint‑Vivant y Montrachet. La producción es extremadamente limitada, y cada botella encarna una búsqueda extrema de pureza, profundidad y coherencia con el terruño.

En viñedo: biodinámica rigurosa y respeto absoluto al terroir

En el Domaine, la viticultura no es una moda, sino una convicción profunda. Sus viñedos cuentan con certificación biodinámica desde hace años, aunque el respeto por la tierra precede a cualquier sello. Todas las labores, incluida la vendimia, son manuales, enfocadas en la expresión máxima de cada cru. La vid se trata individualmente, sin forzamientos, sin riego, sin productos sintéticos. Los rendimientos son extremadamente bajos, y, junto a la antigüedad de las viñas, generan uvas de concentración y complejidad únicas. El concepto central es el tiempo: el tiempo para escuchar la tierra, observar la viña y esperar la madurez exacta. Solo así se logra un vino que trasciende décadas.

En bodega: rigor, gravedad y un clasicismo casi religioso

La vinificación en DRC se lleva a cabo con un rigor casi monástico, observando cada micro-parcela con meticulosidad. Las uvas se seleccionan una por una, con un criterio casi obsesivo. La fermentación ocurre en depósitos de roble con levaduras autóctonas, frecuentemente con racimo entero, y sin control artificial de temperatura. El mosto sigue su camino natural, sin intervención mecánica. Tras la fermentación, los vinos maduran unos 18 meses en barricas nuevas al 100%, siempre con la finalidad de conservar la identidad y no enmascararla. No se toleran atajos ni compromisos. Cada cuvée se embotella sin filtrar después de una evolución lenta, precisa y silenciosa. El resultado es un vino fuera del tiempo, sin modas ni concesiones, que habla con una voz única, etérea y vibrante.